La contaminación ambiental resta calidad e incluso esperanza de vida. Conocer cómo medir la calidad del aire en casa es un factor muy importante para la salud, ya que actualmente las personas pasan entre un 80 y un 90 % de su tiempo en ambientes cerrados. La contaminación del aire interior, con niveles de agentes contaminantes es entre 2 y 5 veces más concentrados que en el exterior.
Además, la gravedad del problema varía dependiendo del país: mientras en España la expectativa se reduce en casi 3 meses, en India puede representar hasta 1,5 años menos (Apte et al., 2018).
¿Qué es la calidad del aire interior?
Según la Environmental Protection Agency (EPA) de EE.UU., la calidad del aire interior es aquella que se percibe «dentro y alrededor de los edificios y estructuras», prestando una atención especial a «la salud y la comodidad de los ocupantes del edificio».
Este factor va a depender en gran medida de las actividades que se desarrollan en el interior de la vivienda o de los materiales constructivos y productos de uso habitual. No obstante, es necesario remarcar que parte de la contaminación procede del exterior, introduciéndose a través de los sistemas de aire acondicionado, ventilación natural o infiltración (Leung, 2015).
Principales fuentes y contaminantes
En la siguiente imagen se recogen algunos de los contaminantes más habituales en los ambientes interiores.
Calidad del aire en lugares cerrados. Fuente: Agencia Europea de Medio Ambiente CC BY 2.5 DK
El humo del tabaco, por ejemplo, es uno de los principales contaminantes y fuente de gases tóxicos como el monóxido de carbono (CO), la nicotina, que puede considerarse como un compuesto semivolátil, o partículas de tamaño inferior a 2,5μm de diámetro (PM2.5). Estas partículas en suspensión también son emitidas por los cigarrillos electrónicos o vapeadores, con los riesgos que conlleva su exposición pasiva (Jimenez Ruiz et al., 2019).
Los sistemas de calefacción y cocinas sin ventilación pueden generar partículas en suspensión (PM1, PM2.5 y PM10) o gases (CO, óxidos de nitrógeno, etc.). En las regiones del planeta con menos recursos es una importante causa de fallecimiento, con más de 4 millones de muertes al año según estimaciones de la OMS.
Los productos químicos domésticos (productos de limpieza, pinturas, insecticidas, decapantes, cuidado personal, etc.) son una de las principales fuentes de compuestos orgánicos volátiles (COV) y semivolátiles (SCOV). Algunos de los compuestos de estas características más conocidos (y perjudiciales) son el benceno, el tricloroetano o el cloruro de vinilo.
También los materiales de construcción de una vivienda pueden contribuir a empeorar la calidad del aire interior. Uno de los más conocidos es el amianto, pero la fibra de vidrio también puede descomponerse con el paso del tiempo o la humedad, desprendiendo partículas.
Otros factores de contaminación
Los animales domésticos, camas o tapicerías, además de ser refugio de todo tipo de alérgenos (los ácaros, por ejemplo), también pueden generar compuestos orgánicos volátiles o partículas en suspensión que pueden entrar directamente al torrente sanguíneo debido a su diminuto tamaño.
Otros factores importantes a tener en cuenta en el interior de una vivienda también serían la humedad, que puede contribuir al crecimiento de mohos; los sistemas de refrigeración o calefacción con un mantenimiento deficiente, que pueden conducir a la aparición de microorganismos; o el radón, un gas de origen natural presente en el suelo y cuya concentración depende del terreno sobre el que está construida la casa.
La siguiente tabla, incluida a modo de resumen y elaborada en base a la publicación Preventing noncommunicable diseases (NCDs) by reducing environmental risk factors (OMS, 2017), relaciona el porcentaje de muertes a consecuencia de las principales enfermedades no transmisibles atribuibles a riesgos ambientales.
¿Cómo se puede conocer la calidad del aire de un recinto cerrado?
Una vez repasadas las principales fuentes y contaminantes y los problemas sanitarios que ocasiona una atmósfera contaminada, el siguiente paso es saber cómo medir la calidad del aire en casa, porque lo que no se conoce, no se puede cuidar y valorar de forma adecuada.
Los dispositivos englobados en el internet de las cosas (IoT) hacen posible monitorizar en tiempo real y de forma continua las condiciones ambientales de un hogar, ayudando a preservar la salud de sus ocupantes y alertando, por ejemplo, de la necesidad de ventilar una estancia. Los sensores con los que se suelen equipar estos aparatos cada vez ofrecen datos más precisos y fiables. El modelo Nanoenvi IAQ, por ejemplo, puede personalizarse en función de las necesidades del cliente con hasta 5 sensores a escoger de entre una larga lista.
La información transmitida por estos funcionales aparatos, entre los que se puede destacar el modelo Nanoenvi IAQ, que analiza parámetros tales como CO2, VOC, CO, PM10 y PM2.5, puede ser consultada por los usuarios a través de aplicaciones móviles instaladas en un smartphone o tableta, disponiendo de esta forma de cumplida información que permitirá que el hogar continúe siendo un espacio habitable y no una trampa mortal.
Referencias
- Apte, J., Brauer, M., Cohen, A., Ezzati, M., & Pope, C. (2018). Ambient PM2.5 Reduces Global and Regional Life Expectancy. Environmental Science & Technology Letters, 5(9), 546-551. doi: http://doi.org/gd4qkt
- Leung, D. (2015). Outdoor-indoor air pollution in urban environment: challenges and opportunity. Frontiers In Environmental Science, 2. doi: http://doi.org/cx98
- Jimenez Ruiz, C., Solano Reina, S., de Granda Orive, J., Signes-Costa Minaya, J., de Higes Martinez, E., & Riesco Miranda, J. et al. (2014). El cigarrillo electrónico. Declaración oficial de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) sobre la eficacia, seguridad y regulación de los cigarrillos electrónicos. Archivos De Bronconeumología, 50(8), 362-367. doi: http://doi.org/f2qxx3
- World Health Organization. (2017). Preventing noncommunicable diseases (NCDs) by reducing environmental risk factors. World Health Organization. http://www.who.int/iris/handle/10665/258796. Licencia: CC BY-NC-SA 3.0 IGO
